jueves, 1 de noviembre de 2007

Un Halloween manchado de rojo (0-3)


El Betis volvió a las andadas. O mejor dicho por sus fueros, porque los navarros osasunistas arrollaron ayer a un Betis que salió como últimamente suele hacer. Buscando el empate. Y eso no es malo, si al final lo consigues. Pero no sirve para jugar en casa. En casa, un equipo debe ser dueño y señor. Algo que al Betis y a Lopera, concretamente, se le ha olvidado.

Halloween metió el miedo en el cuerpo a los jugadores del Betis que acabaron aceptando el truco, y no el trato, de los osasunistas. El mal juego presentado por los de Cúper, ayer en Heliópolis, no fue más que el resultado a una racha de juego negativa, que se remonta a la victoria contra el Mallorca. Tras esta victoria, en la que también hubo momentos de tensión, el Betis comenzó a caer en una espiral de confianza excesiva. Tanta, que Ricardo, de seguir trabajando a espuertas como lo hizo, pronto tendrá que cogerse una baja por depresión.

Y no es para menos, porque los verdiblancos ayer dejaron de jugar al fútbol para jugar con el público. Este Betis, que lleva con este año, tres agonías en Primera División, deja en el aficionado de a pie un mal sabor de boca, por no decir pésimo. Líneas desdibujadas, esquema totalmente defensivo y destruido. Ante esta situación, el Osasuna, que tampoco jugó a un nivel aceptable, campó (nunca mejor dicho) a sus anchas. El final del partido fue lo más deseado por el estadio verdiblanco que coreaba desde hacía tiempo ya, el “Lopera vete ya”, junto con la tan conocida sorna andaluza del “Lopera bota de oro”. No es para menos. El aficionado, que vive en fútbol como una tarde con sus hijos, no merece tal tomadura de pelo. Y menos pagando.

Retomando el inicio del encuentro, el partido comenzó con llegadas muy tímidas por parte de ambos conjuntos. El Betis lo intentaba con Mark González, que tuvo una sensacional primera parte, y Sobis, que poco o nada hizo ayer. Xisco tampoco estuvo mal en la derecha. Sin embargo, Héctor Cúper, optó por el cambio al final de la primera mitad. Un desastre porque si Xisco hacía poco, menos haría Odonkor. Las ocasiones, a raz del ecuador de la primera mitad, comenzaron a proliferar tanto en Betis como Osasuna. Sin embargo, Osasuna las tenía más claras, con un magnífico mejicano a la cabeza. Carlos Vela.

Sin embargo, pudo marcar el Betis en una gran jugada de Mark González con Sobis que desecha el primero mandando el esférico a las nubes. Esto fue todo lo que aconteció hasta el minuto 43, donde tras, una falta absurda cometida, el Betis se ponía por detrás en el luminoso. Puñal toca en corto para que golpee con fuerza y el balón rebota en Melli propiciando el gol ante la mirada pasmosa de todo el beticismo. Otra vez. De nuevo, Osasuna. Y en Halloween. Más de uno, se olía lo que ocurriría. Y Dady, delantero caboverdiano de Osasuna, pudo haber sentenciado antes del descanso de no encontrarse tan gafado de cara a puerta como estuvo anoche.

En el arranque de la segunda mitad, y ante los murmullos de gran parte del público, Cúper se la jugó. Y para al. Introdujo a Odonkor en sustitución del mallorquinista Xisco, y a Pavone en sustitución de Edú, que hasta ahora era de los pocos que trabajaba sin recompensa por su esfuerzo. Y como la Ley de Murphy dice, “Si hay va mal, tranquilo, que puede ir a peor. Pues eso precisamente ocurrió en el Ruiz De Lopera, ya que con la entrada de ambos jugadores, el Betis siguió sin tener ganas. Ni juego. Ni nada. Visto lo visto, el gol no tardaría en llegar. Y sería precisamente el caboverdiano Dady, quien anotaría en el minuto 51 y apuntillaría el partido. Un Betis romo se veía cada vez más hundido en el pozo de la categoría.

Pero no nos olvidemos de Carlos Vela. El mejicano tenía su noche y quería un gol. Ese mérito al trabajo realizado llegó en el minuto 55, tras un chutazo que hizo que la estirada de Ricardo se quedara en espejismo de salvación. Y e n este caso, el problema no fue Ricardo, sino una defensa endeble incapaz de contener a los rivales, pues Ricardo, evitaría un cuarto gol frenando el ataque de Dady. En el 78, Sola, (aquel que ya arruinó al Betis el año pasado con dos goles de cinco en total), desperdició una clarísima ocasión de establecer un cuarto tanto para los rojillos, pero inexplicablemente, el Betis seguía teniendo suerte. Relativa, pero al fin y al cabo, suerte.

Sin embargo, el Betis tuvo su oportunidad para marcar. Y decimos oportunidad porque no tuvo más tiros a puerta en todo el encuentro. A raíz de la entrada de Somoza en el campo, en el minuto 71, el Betis llegó y creó peligro, pero el otro Ricardo, (el de Osasuna), estuvo fenomenal, interviniendo de forma providencial el lanzamiento del centrocampista argentino y enviándolo a corner.

Pero para entonces, el Ruiz De Lopera parecía un desierto. Mucha gente se había marchado ya, indignados ante tal esperpento de encuentro. Otros sin embargo, volvieron a cantar aquello que no se escuchaba en feudo verdiblanco desde la última noche del Betis en Champions: “Lopera bota de oro, Lopera bota de oro”, gritaba el gentío. No es para menos. Tres años invirtiendo en el Betis lo mismo que en pasta de dientes es para sentirse decepcionado. Y es que con Lopera, uno sabe qué dinero entra, pero nunca qué dinero sale, ni hacia dónde.

Al final, Lopera se sale con la suya. Lágrimas. Esperanzas destruidas por la codicia del mandamás del Fontanal. Y es que ya lo dijo una vez Quevedo: Poderoso caballero es Don Dinero. Tanto que es capaz de arruinar las ilusiones de más de un millar de personas. Y dormirá tranquilo

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